Al principio el pequeño susurro de Dios perturbaba mis sueños al dormir. Ahora ese susurro es el que me orienta, me guía de la mano y del corazón por las tinieblas de mi camino. Lleva luz a todos los lugares donde piso. Estoy dejando huella y eso me da felicidad. Me alegro tanto al saber que con certeza decidí escuchar el llamado de Dios, el llamado de mi corazón. Todas esas ideas locas y extravagantes que tuve de niña, ahora se han convertido en mi razón de vivir. Ya no me imagino mi vida sin hacer lo que ahora hago, lo que tanto amo. Si lo volviera a dejar mi vida solo sería un camino en tinieblas, un hueco enorme y frío, más frío que el Antártica. Le pidiera a Dios que mejor me llevara por que a mi vida le faltaría el sentido a vivir. Por eso mismo es que no me rendiré. Lucharé día y noche si es necesario para conquistar cada uno de mis sueños. Mis sueños merecen venir a este mundo para inspirar a las personas, para llenar cada uno de sus corazones con el alimento que viene de Dios- la inspiración y la esperanza. No dudes de ti mismo, porque cuando lo haces, dudas de Dios. ¡Recuerda que sin Dios no somos nada, y con Él lo somos TODO!
con amor,
Nuvia Yesenia 🙂
